El desierto de Atacama es el basurero de ropa a cielo abierto más grande del mundo: Chile recibe más de 59.000 toneladas de ropa usada por año, en su mayoría procedente de Estados Unidos, Europa y Asia. En Ghana la marea devuelve a la orilla ropa vieja. Y en Nairobi, Kenia, hay una alfombra sintética de zapatos y microplásticos enredados entre camisetas, jeans, sudaderas y ropa interior que ya nadie usa. La forma en la que consumimos está agotando a los ecosistemas.
Según datos de la Fundación Ellen MacArthur y la ONU, cada año se producen más de 100.000 millones de prendas. Esto da un promedio de 13 prendas per cápita. Seamos honestos, ¿quién necesita 13 prendas nuevas cada año?
De esas 100.000 millones de prendas que son confeccionadas por año, más del 70% termina en vertederos, rellenos sanitarios o son prendidas fuego antes de llegar a los 10 usos (Greenpeace, 2021). Y el dato no es aislado: la industria textil es responsable del 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero y del 20% de uso mundial de agua dulce.
Cuando los gigantes de ropa fast-fashion hablan de los costos baratísimos de las prendas que fabrican no contemplan, claro, el costo ambiental: se estima que los textiles sintéticos vierten entre 0.2 y 0.5 millones de toneladas de microplásticos a los océanos por año.
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¿Por qué Francia hace historia con la primera ley anti fast fashion?
El Senado francés acaba de aprobar la ley anti Shein, que busca regular el negocio de los grandes operadores extranjeros de moda ultra rápida, es decir, aquellos grupos económicos que basan su rentabilidad en la producción masiva de prendas para lanzar una cantidad desmedida de colecciones por temporada.
“La ley tiene dos ambiciones: proteger el medioambiente y salvaguardar nuestro comercio local”, aseguró la ministra de Consumo sa, Véronique Louwagie.
El texto, impulsado por la diputada Anne-Cécile Violland, consiguió el visto bueno de la Asamblea Nacional y, un año después, fue aprobado casi por unanimidad en el Senado francés, con 337 votos a favor y uno en contra.
¿Por qué se conoce popularmente como ley anti Shein? Porque la normativa señala directamente el impacto de plataformas como Shein y Temu en la industria textil sa, que no tiene forma de competir con el modelo de negocio de las ecommerce globales.
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Los puntos claves de la ley anti fast fashion sa:
- La norma acuñó por primera vez el término ultra fast fashion: no solo se fija en el volumen de producción de los gigantes de la industria textil, sino también en la frecuencia con la que lanzan nuevos modelos al mercado.
- Las empresas que sean consideradas ultra fast fashion deberán pagar un impuesto ecológico, que se irá incrementando de manera progresiva y alcanzará los 10 euros por prenda en 2030 -esto representa hasta el 50% del precio de venta de varios artículos.
- La ley obliga a las marcas a comunicar a los consumidores datos clave sobre la huella ambiental de cada prenda. Los consumidores, a su vez, deberán tener información accesible para poder reparar y reciclar cada prenda que compren.
- Queda prohibida la publicidad para prendas producidas bajo el modelo de negocio ultra fast fashion en aras de alentar el consumo responsable y proteger el ambiente.
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